Tras la dura selección de encontré con dos muchachas que pare esperarmeiar Partida'', la perdida de ts mis pokes, horas de juego, legendarios y pokemon especiales conseguí iniciar la nueva partida. El profesor, un tío con bata de medico y pelo extraño, me dio la bienvenida explicándome de un mundo que apenas un minuto antes había recorrido hasta el ultimo de sus rincones. Me preguntó mi nombre, Leo, y...bueno...
La duda ofende...
Se ve que mis rasgos físicos son notablemente comparables con las de una bonita muchacha francesa. Tras este paseo sensorial por la mente humana me encuentro despertado por el golpe de un maldito pajarraco el cual no se de donde narices a salido. Me levanto feliz, algo asombroso sabiendo que es Lunes; me pongo frente al espejo y mi ropa cambia por arte de magia ( si es que estas tecnologías de hoy en día hacen de todo). Bajo rápidamente las escaleras, mi madre me da los buenos días, por lo visto mi memoria a corto plazo me hizo olvidar la mudanza del día anterior.
Tras salir por la puerta me encontre con dos muchachas que me esperaban y a las que, tras sus presentaciones, segui hasta llegar a una mesa donde se encontraban un par de jovenes. Por lo visto cinco jovenes de la region habiamos sido reclutados para una mision especial, el chico mas robusto saco tres pokeballs y me las tendio, pudiendo elegir el primero de todos. Poco importaria, pues mi mision era otra y mi recien acompañante poco duraria junto a mi. Decidi escoger al anfibio, recordando a un viejo amigo que me acompaño en antiguas aventuras. No le puse mote, no queria encariñarme.
Tras el regalo, el mozo con cabello de un color parecido al de las zanahorias me dio una Pokedex con la que cumpliria mi mision impuesta, aun que en aquella aventura que realizaria de poco me serviria. Antes de poder irme, el joven de las pokeball me dio una carta del profesor para mi madre... Solo podia cruzar los dedos para que aquella escusa de la aventura no tubiera un turbio transfondo.
Me levante y di media vuelta en direccion a mi casa, aun que la chica de las dos coletas me reto a mi primer combate que, con el elemento a mi favor, el movimiento adecuado y un critico de suerte, gane de un solo movimiento.
Llegue a casa y mi madre me nombro entrenador pokemon, parecia entusiasmarle que me fuera de casa tras leer la carta del profesor, mis sospechas no solo no se iban sino que incrementaban exponencialmente.
Con un mapa y una muda limpia me despacho de mi hogar. Compre unas pokeball y me encamine a la hierba alta.
El segundo en llegar fue un poderoso Shieldon de nivel 20, el cual podría serme de bastante ayuda en un futuro y del que no tenia ninguna duda seria un gran compañero ( y con un nombre fantástico, Dinoclier).
El cuarto...bueno, un Wooper, no es que me entusiasmara, pero las reglas son las reglas, y me faltaba un tipo agua en el equipo; esperaba que saliera un tipo fuego en alguno de los dos siguientes.
El quinto un Aron, siempre me hizo gracia su nombre porque era como...bueno, me hacia gracia el nombre, ademas, uno de los pokemon defensivos mas brutales.
Y para terminar un Froakie, parece que el destino tiene sentido del humor y me devolvió a mi compañero y, como no, fue bien recibido.
Tras conseguir a mi primer equipo, entusiasmado me fui entrenarlos rápidamente, poniendo en primer lugar a mi querido Beldum. La cosa no fue tan bien como quería, Beldum solo tenia derribo, lo que significaba en aquellos niveles prácticamente un suicidio, aun que no le di importancia pues los pokemon de aquellos niveles no parecían tener mas que ataques de reducción de estadísticas. Para mi mala suerte, y en apenas lvl 3 de Beldum, apareció un señor Bidoof que, mal pensando que no utilizaría mas que un ataque látigo (o algo por el estilo) mató a Beldum de un placaje.
Tras la perdida de mi primer pokemon y la primera de espero pocas resignas llego Ralts sustituyendo a Beldum, otro pokemon que también me encantaba, un pokemon varón que evolucionaría en Gallade.
El primero de todos fue un joven Beldum, sonreí ante aquella maravillosa imagen pues justamente un Metagross fue uno de mis mejores amigos en mi otra vida.
Mi tercer compañero y para variar un poco; un Treecko, nada mal, la suerte me sonreía en aquellos momentos.
El cuarto...bueno, un Wooper, no es que me entusiasmara, pero las reglas son las reglas, y me faltaba un tipo agua en el equipo; esperaba que saliera un tipo fuego en alguno de los dos siguientes.
El quinto un Aron, siempre me hizo gracia su nombre porque era como...bueno, me hacia gracia el nombre, ademas, uno de los pokemon defensivos mas brutales.
Y para terminar un Froakie, parece que el destino tiene sentido del humor y me devolvió a mi compañero y, como no, fue bien recibido.
Tras conseguir a mi primer equipo, entusiasmado me fui entrenarlos rápidamente, poniendo en primer lugar a mi querido Beldum. La cosa no fue tan bien como quería, Beldum solo tenia derribo, lo que significaba en aquellos niveles prácticamente un suicidio, aun que no le di importancia pues los pokemon de aquellos niveles no parecían tener mas que ataques de reducción de estadísticas. Para mi mala suerte, y en apenas lvl 3 de Beldum, apareció un señor Bidoof que, mal pensando que no utilizaría mas que un ataque látigo (o algo por el estilo) mató a Beldum de un placaje.
Tras la perdida de mi primer pokemon y la primera de espero pocas resignas llego Ralts sustituyendo a Beldum, otro pokemon que también me encantaba, un pokemon varón que evolucionaría en Gallade.
Tras varios combates mas, la muerte de Froakie llegó, maldije por lo bajo y en su lugar llego un Snivy (del cual no logre sacar foto).
Y asi continue entrenando a mis pokes mientras caminaba hacia Ciudad Novarte.
